Cuando la oscuridad silenció nuestra luz supimos lo que era el dolor verdadero.
Plasmar con el corazón lo que a cada uno de nuestros tesoros les gustaba comer, les gusta, porque recuerda que ellos aún siguen vivos mientras los tengamos en nuestra mente, en nuestro corazón, seguirán vivos.
Degustar cada uno de los platillos que a ellos les gustaba comer cuando estaban con nosotras es y será un placer, será como compartir con ellos los alimentos de nuevo, como cuando estaban con nosotras.
Prepararlos con el mismo amor como lo hacíamos para ellos, comerlos como si ellos estuvieran con nosotras.
No estamos solas, además de Dios nos tenemos a nosotras.
Somos Rastreadoras, buscamos Tesoros. Sabemos que por ahí están y vamos a encontrarlos, porque nos faltan todos.
Las Rastreadoras del Fuerte